ACAPULCO, México – En todo el balneario de Acapulco, en el Pacífico, los residentes trabajan con un único propósito: volver a poner en marcha cuanto antes el motor turístico de esta ciudad de un millón de habitantes.
Otis, un huracán de categoría 5 que azotó Acapulco el 25 de octubre, dañó el 80% de sus hoteles y el 95% de sus negocios, además de dejar al menos 48 muertos, 26 desaparecidos y afectar a unas 250,000 familias, según datos del gobierno. Los residentes se esfuerzan por garantizar que la devastación no sea un golpe de gracia para el otrora legendario complejo turístico.
El complejo contaba con 20,000 habitaciones de hotel, 377 hoteles y un sinfín de otros alojamientos vacacionales a los que acudían estrellas como JFK y su esposa.
El Presidente Andrés Manuel López Obrador ha prometido que Acapulco estará listo para recibir a los visitantes esta temporada de vacaciones. Sin embargo, la mayoría cree que la ciudad tardará uno o dos años en recuperarse de la devastación de Otis.
En una mañana reciente, unos 30 miembros de un colectivo de masajistas y peluqueros desenterraron trozos de barcos naufragados mientras limpiaban una playa del norte de la bahía de Acapulco.
“Queremos que los turistas vengan pronto”, dijo Linda Vidal, explicando por qué estaban barriendo la playa.
Los famosos clavadistas de La Quebrada, que han dejado a los turistas sin aliento durante décadas, han estado limpiando el fondo marino de escombros en la zona donde terminan sus inmersiones de más de 30 metros en el Pacífico.
López Obrador se ha reunido en múltiples ocasiones con empresarios del sector turístico de Acapulco. Aunque han mantenido la discreción en sus comentarios, creen que los apoyos ofrecidos hasta ahora -créditos y ampliaciones fiscales- son positivos pero insuficientes.
El presidente ha dado prioridad a la ayuda directa a las familias más pobres, aunque gran parte de esa ayuda tampoco se ha materializado todavía.
Las grandes cadenas hoteleras dudan que puedan abrir tan pronto como desearía López Obrador, a pesar de que están repletas de trabajadores, muchos de ellos llegados de fuera del estado.
El gobierno declaró el fin de la emergencia en Acapulco la semana pasada, pero muchos en la ciudad aún carecen de las necesidades básicas y montañas de basura y escombros siguen obstruyendo las calles.