SABANETA, Venezuela – El domingo 28 de Julio se presentan en Venezuela las esperadas elecciones presidenciales.
La principal coalición de la oposición apuesta por sus esfuerzos, algunos dirigidos por partidos y otros formados orgánicamente, para conseguir que la gente acuda a las urnas a depositar su voto, así como para disuadir a los actores gubernamentales de intimidar o coaccionar a los votantes.
La falta de una autoridad electoral verdaderamente independiente hace que esta labor sea fundamental para que la alianza pueda verificar o impugnar los resultados. La coalición Plataforma Unitaria espera que la mera presencia de un gran número de votantes vigilantes fuera de los colegios electorales neutralice algunas estrategias del partido gobernante que en el pasado los dejaron sin representantes dentro de las instalaciones, los mantuvieron alejados del recuento de votos y los dejaron sin voz en caso de irregularidades.
Las elecciones de este mes no se parecen a ninguna de las que ha afrontado el partido gobernante desde que Chávez fue elegido presidente en diciembre de 1998 e inició la transición de Venezuela hacia lo que describió como el socialismo del siglo XXI.
Dirigido ahora por el heredero de Chávez, el presidente Nicolás Maduro, el Partido Socialista Unido de Venezuela es más impopular que nunca entre muchos votantes. Los bajos precios del petróleo, la corrupción y la mala gestión económica del gobierno sumieron al país en una crisis que dura ya más de 11 años. Los jóvenes han tenido que renunciar a sus sueños universitarios, los niños han pasado hambre y millones han emigrado.
Las sanciones económicas impuestas la década pasada no lograron derrotar a Maduro, como esperaban Estados Unidos y otros gobiernos, pero contribuyeron al declive de Venezuela.
Los políticos de la oposición boicotearon durante años unas elecciones que consideraban amañadas, pero esta vez han superado profundas divisiones para unirse en torno a un único candidato. Además, mantuvieron su puesto en la papeleta a pesar de la represión sostenida del gobierno, incluida la prohibición de la candidatura de María Corina Machado, la más firme aspirante a un tercer mandato de Maduro.
Machado, que ganó abrumadoramente las primarias de la coalición en octubre, apoya ahora al candidato sustituto de la coalición, el ex diplomático Edmundo González Urrutia.
Algunos grupos están celebrando rifas y vendiendo las tradicionales hallacas parecidas a tamales para recaudar fondos con los que imprimir material promocional para sus barrios y cocinar comidas para los simpatizantes de la oposición. Otros están almacenando gasolina en casa y ofreciendo sus coches o motos para transportar a los votantes.
Todos han recibido instrucciones de la coalición de permanecer fuera de los centros de votación después de votar para combatir el miedo entre los votantes y sus representantes en los centros de votación, entre cuyas funciones está la de asegurar una copia de los certificados de recuento impresos por las máquinas de votación electrónica después del cierre de las urnas. Se sabe que los leales al partido gobernante, incluidas bandas armadas, han intimidado a los representantes de los centros de votación, conocidos como testigos, para que se queden en casa o abandonen sus funciones a mitad de la jornada electoral.
Las normas electorales permiten a los partidos disponer de un testigo por cada mesa electoral instalada en los colegios electorales.
El Consejo Nacional Electoral, controlado por el gobierno, optó por instalar unas 36,000 máquinas de votación. Muchos colegios electorales están dispersos, lo que dificulta su control por parte de la oposición. Aproximadamente un tercio de los votantes registrados en estas elecciones están asignados a colegios electorales con sólo una o dos máquinas de votación.
Los encuestadores prevén que hasta 13 millones de personas voten el 28 de Julio.