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En Puerto Cartí, Panamá, se está produciendo un cambio significativo en los patrones de migración, ya que muchas personas, principalmente de Venezuela y Colombia, han abandonado su búsqueda de asilo en los EE. UU. Antes atravesaban el traicionero Tapón del Darién en busca de mejores oportunidades, pero ahora se están retirando a casa debido a las restrictivas políticas de asilo implementadas bajo el mandato del expresidente Donald Trump. Un ejemplo notable es un grupo de unos 20 migrantes que recientemente viajaron en barco de regreso a Colombia, un marcado alejamiento de sus ambiciones anteriores.

Credito:noticiasAP

Muchos de estos migrantes habían pasado previamente largos períodos en México, esperando acceder al sistema de asilo de Estados Unidos a través de un proceso de solicitud que desde entonces ha sido desmantelado. Una migrante, Karla Castillo, describió la desesperación causada por el fin de la aplicación CBP One, que había servido como faro de esperanza, afirmando que sus sueños se evaporaron con su cancelación. Esta tendencia de retorno de migrantes se ha caracterizado como un «flujo inverso», con embarcaciones que vuelven de Panamá a Colombia, lo que supone el colapso de las rutas de tráfico de migrantes que antes prosperaban transportando personas hacia el norte.

Las otrora lucrativas operaciones de contrabando se han adaptado y ahora sacan provecho de la migración inversa. A muchos migrantes se les cobran tarifas exorbitantes, que suelen oscilar entre $200 y $250 dólares, por el viaje en barco, y recurren a aplicaciones de transferencia de dinero para pagar. La ironía persiste a medida que las personas gastan sus últimos recursos en un intento por regresar a casa, después de haberlo arriesgado todo en su viaje en busca de una vida mejor.

Castillo y otros como ella están llenos de emociones contradictorias en este viaje de vuelta. Incluso después de pasar años en países como Chile, que han restringido cada vez más el acceso a los migrantes venezolanos, está motivada para reunirse con su familia en su país. Ante la incertidumbre sobre su futuro, muchos emigrantes se muestran reacios a regresar a Venezuela, pero se ven obligados a abandonar otros países en los que a menudo encontraron escasa aceptación y oportunidades.

Aunque algunos prefieren viajar a otras naciones andinas en lugar de regresar a Venezuela, el viaje de vuelta está plagado de peligros. Los informes sobre protecciones inadecuadas y lagunas en las medidas de seguridad indican que viajar en barco puede ser peligroso, a pesar de los intentos de las autoridades locales por hacer cumplir la normativa. La situación pone de relieve la complejidad de la migración en la región, donde los cambios políticos y el deterioro de la situación económica siguen influyendo en las decisiones de miles de personas.

 

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