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Viva o Carnaval! El Carnaval de la ciudad brasileña tiene dos caras: las fiestas callejeras, conocidas como blocos, y los desfiles en el legendario Sambódromo.

Desde el viernes por la tarde, cientos de fiestas callejeras recorren las calles de Río, cada una con su propia estética, tema o estilo musical. Son juergas estridentes y desenfrenadas con miles, o incluso cientos de miles, de juerguistas.

También hay vendedores ambulantes que corren por parques y colinas, desde el centro hasta Copacabana e Ipanema, para colocar sus carritos cargados de cerveza y agua para saciar la sed de los juerguistas.

En las fiestas callejeras es donde te pones un disfraz y aprovechas tu momento de protagonista, o muestras algo de piel y luego la cubres de purpurina. Dale rienda suelta a tu niño salvaje interior. Haz el tonto con desconocidos. Olvídate de la guerra o la política. Olvídate de la subida de precios, de las relaciones tensas. Abraza la euforia y brilla.

El principal acontecimiento del Carnaval es el Sambódromo: en esta avenida de cemento de 700 metros (casi media milla), las escuelas de samba compiten por presentar el mejor desfile, con disfraces de plumas y brillantes y enormes y elaboradas carrozas.

Los jueces repartidos a lo largo de la avenida evalúan el desfile en nueve categorías, entre ellas vestuario, percusión y armonía, y los residentes trabajan casi todo el año para ello. Aporrean los tambores con perfecta sincronía, cantan a pleno pulmón y bailan samba hasta que les duelen los pies.

Es música, danza, narración, cultura. Es belleza y es fugaz: cada desfile dura unos 75 minutos.

Sao Paulo tiene su propia competición de desfiles y ha visto crecer como la espuma sus fiestas callejeras en los últimos años.

En la ciudad de Olinda, en el noreste del país, los juerguistas abarrotaron las calles adoquinadas acompañados de enormes marionetas de hasta 4 metros de altura. Representaban a músicos brasileños y extranjeros, a las estrellas del fútbol Neymar y Lionel Messi, al Presidente de Estados Unidos Donald Trump y, lo más importante este año, a Fernanda Torres. Su nominación al Oscar a la mejor actriz la ha convertido en la musa del Carnaval de Brasil en todo el país y ha creado un ambiente similar al de la Copa Mundial.

En Brasil, se dice que el año nuevo no empieza hasta que el Carnaval llega a su fin, y esa hora se acerca rápidamente.

 

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