Skip to main content

CULIACÁN, México – Antes del amanecer, el director de una escuela primaria en la capital del estado mexicano de Sinaloa revisa varios chats de su teléfono en busca de noticias sobre tiroteos u otros incidentes. Si hay peligro, envía un mensaje a los padres de sus alumnos suspendiendo las clases.

No es la única rutina nueva en Culiacán, una ciudad de un millón de habitantes que durante los últimos seis meses ha sido el campo de batalla de las dos facciones principales del cártel de la droga de Sinaloa.

Credito:@noticiasap

La violencia ha limitado las horas para enterrar a los muertos. Las bandas que daban grandes fiestas ahora tocan por dinero en los cruces. Cualquier ruido fuerte hace que los niños corran a esconderse. Y quienes viven en las cambiantes líneas del frente temen a diario por sus vidas.

Este es el primer periodo prolongado de violencia que ha afectado a los residentes de Culiacán porque había seguridad en el dominio total del cártel. Ahora, muchos residentes están agradecidos por la presión aplicada por el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, para que México vaya tras los cárteles y algunos son optimistas de que este difícil período podría cambiar la persistente opinión de que el cártel ha sido su protector.

Credito:@noticiasap

En los pasillos de la escuela primaria Sócrates, en el centro de Culiacán, hay carteles que explican qué hacer en caso de tiroteo y los niños hacen simulacros de tirarse al suelo de repente cuando suena la alarma.

El director Víctor Manuel Aispuro dice que no recuerda cómo era tener a todos sus casi 400 alumnos en la escuela. Unas 80 familias huyeron de la ciudad y hubo días en que no asistieron más de 10 niños. Él decide cada día si habrá clases presenciales.

La última vez que cerró fue a finales del mes pasado, cuando los intensos tiroteos y el vuelo rasante de helicópteros sembraron el pánico entre los residentes. Dos miembros clave del cártel fueron detenidos.

En enero, uno de sus alumnos, un niño de 9 años, fue asesinado junto con su hermano de 12 años y su padre en un robo de coche. Miles de habitantes salieron a la calle en una inusitada muestra pública de indignación.

En un taller, una organización no gubernamental de ex policías guió a los alumnos en un ejercicio en el que escribían lo que les asustaba. Uno de ellos enumeró las arañas, los disparos y los camiones blancos (el medio de transporte preferido de los cárteles). Otro dijo que temía ser extorsionado o asesinado.

«La gente está llena de un sentimiento de angustia colectiva, ansiedad, rabia social y eso es diferente a otras crisis», dijo Calderón, coordinador del grupo de seguridad ciudadana. Dijo que espera que esto pueda disolver la complicidad de los ciudadanos, que durante años vieron al cártel como protectores, héroes o figuras a las que emular.

Close Menu
enes