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CHILPANCINGO, México – Un nuevo alcalde tomó posesión el jueves en una ciudad del sur de México donde su predecesor fue asesinado y decapitado menos de una semana después de asumir el cargo.

El nuevo alcalde, Gustavo Alarcón, médico, había sido elegido suplente en la misma candidatura que el fallecido alcalde Alejandro Arcos en las elecciones de Junio.

Arcos tomó posesión de su cargo el 1 de octubre en la ciudad de Chilpancingo, capital del sureño estado de Guerrero, asolada por la violencia. Pero su cuerpo decapitado fue hallado el domingo en una camioneta; su cabeza había sido colocada en el techo del vehículo. Dos bandas de narcotraficantes rivales se disputan el control de la ciudad.

Credito:noticiasAP

El jueves, Alarcón juró su cargo con un mínimo dispositivo de seguridad formado por un puñado de policías. Prometió «trabajar por el bien de todos» y luchar contra la violencia que se ha apoderado de Chilpancingo durante años.

Antes de ser asesinado, Arcos había dicho a los medios de comunicación locales que necesitaba más protección, pero las autoridades dijeron que no se había recibido ninguna petición formal. Los gobiernos estatal y federal pueden ofrecer a los alcaldes vehículos blindados, guardaespaldas adicionales y sistemas de alerta de emergencia. No estaba claro si Alarcón había recibido ese tipo de protección.

A principios de esta semana, el Secretario de Seguridad Pública federal, Omar García Harfuch, dijo que cuatro alcaldes de otras ciudades de México habían solicitado protección el lunes, un día después de que se encontraran los restos de Arcos. Las solicitudes procedían de Guerrero y de otro estado asolado por la violencia, Guanajuato.

La situación en Guanajuato es tan grave que, antes de las elecciones de junio, al menos cuatro candidatos a alcalde fueron asesinados.

Pero la violencia en Guerrero alcanzó tales niveles que, a principios de año, los obispos católicos anunciaron que habían ayudado a acordar una tregua en otra parte del estado entre dos cárteles de la droga enfrentados.

En aquel momento, el ex presidente Andrés Manuel López Obrador -que se negó a enfrentarse a las bandas- dijo que aprobaba este tipo de conversaciones.