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EL ALTO, Bolivia – La vista es vertiginosa desde la hilera de pequeñas chozas que salpican una de las laderas de las montañas que rodean la capital de Bolivia. Dentro de las precarias estructuras, los chamanes aymaras rezan a los dioses andinos para que los protejan de la amenaza de derrumbe.

En los últimos años, la erosión de la cordillera que rodea La Paz se ha acelerado debido a los efectos del cambio climático. Hace un mes, un alud de lodo sepultó un barrio entero y mató a una niña. Esto ha creado un conflicto entre los chamanes y el gobierno de Bolivia, que ha ordenado evacuar la zona.

El lugar no es una formación rocosa, sino un suelo arenoso y arcilloso, según estudios geológicos.

La zona ha sido sagrada para el pueblo indígena aymara desde la época prehispánica. Durante la época colonial, los chamanes realizaban rituales en esta cumbre antes de entrar en la ciudad con su caravana de llamas cargada de productos agrícolas.

«Esto es tierra firme; no se caerá. Eso nos dice la hoja de coca y la Pachamama», dijo Condori, que trabaja como chamán y guía espiritual desde hace más de 20 años, utilizando la palabra de la comunidad indígena para referirse a la Madre Tierra.

Condori no tiene previsto evacuar la zona, como tampoco Ana Chinahuanca. Ella es uno de los 100 chamanes que trabajan en el acantilado, cobrando alrededor de 2 dólares por leer la fortuna en hojas de coca y hasta 15 por limpiezas energéticas.

«Están dando mala información», dice Chinahuanca sobre las advertencias de peligro. «Este lugar es seguro».

Fuente: NoticiasAP