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Tamara, Honduras- Al menos 46 presas fueron asesinadas en un motín a tiros, machetazos y al encerrar a las sobrevivientes en sus celdas y empaparlas con líquido flamable. La presidenta Xiomara Castro calificó este hecho como “monstruoso”. Los familiares de las presas del centro fueron amenazados durante semanas por la mara Barrio 18.

Los miembros de la pandilla podían armarse con armas, pasar por los guardias y atacar; incluso llevaban sus propios candados para encerrar a sus víctimas en el interior, aparentemente para quemarlas hasta la muerte. La intensidad del fuego dejó las paredes de las celdas ennegrecidas y las camas reducidas a retorcidos montones de metal.


“Un grupo de personas armadas se dirigió al bloque de celdas de una banda rival, cerró las puertas, abrió fuego contra los que estaban dentro y al parecer -esto aún se está investigando- utilizó algún tipo de aceite para prenderles fuego”, declaró Juan López Rochez, jefe de operaciones de la Policía Nacional del país.

El presidente Castro afirmó que este suceso fue planeado por bandas callejeras de maras con el conocimiento de las autoridades de seguridad. Como consecuencia, el ministro de Seguridad, Ramón Sabillón, fue destituido y sustituido por Gustavo Sánchez, que venía actuando como jefe de la Policía Nacional. Castro no explicó cómo consiguieron los reclusos identificados como miembros de la banda Barrio 18 meter armas de fuego y machetes en la prisión, o entrar libremente en un bloque de celdas vecino y matar a todos las deteneidas que allí se encontraban. Los primeros informes apuntaban a que las puertas del bloque de celdas de la pandilla se habían dejado abiertas, lo que facilitó el ataque.

Las armas encontradas eran 18 pistolas, un fusil de asalto, dos pistolas ametralladoras y dos granadas, todas ellas introducidas de contrabando en la prisión.Las pandillas a veces exigen a sus víctimas que “entreguen” a un amigo o pariente dándoles su nombre, dirección y descripción, para que los ejecutores puedan encontrarlos y secuestrarlos, robarles o matarlos.

Las maras tienen un amplio control dentro de las prisiones del país, donde los reclusos suelen establecer sus propias normas y vender. Esto podría llevar a Honduras a crear un sistema penitenciario de tolerancia cero y sin privilegios, similar al de El Salvador.