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ACAPULCO, México – Tres días después de que el huracán Otis azotara la costa mexicana del Pacífico, las autoridades informaron el viernes de que están llegando suministros a Acapulco y sacando a la gente de la destrozada ciudad.

El Secretario de Defensa, Luis Cresencio Sandoval, anunció que la cifra oficial de 27 muertos y cuatro desaparecidos no había cambiado. Algunos en México se mostraron escépticos ante las cifras oficiales porque la ciudad sigue en gran parte incomunicada. Algunos medios de comunicación locales han informado de cadáveres en la ciudad que aún no han sido recuperados. Cientos de personas siguieron buscando el viernes a seres queridos de los que no se ha sabido nada desde la tormenta.

Los oficiales militares que dirigen la respuesta de México al huracán se centraron durante la rueda de prensa matutina del presidente Andrés Manuel López Obrador en la ayuda que llegaría a Acapulco.

Dijeron que se había establecido un “puente aéreo” entre Acapulco y Ciudad de México. Aviones con personal médico aterrizarían en el aeropuerto comercial de Acapulco y partirían con turistas. La base aérea militar de la ciudad recibiría todos los vuelos de ayuda material y también llevaría a los evacuados de vuelta a la capital. Unos 120 autobuses también transportarían a la gente fuera de la ciudad gravemente dañada.

Amplias zonas de Acapulco seguían sin electricidad y, por tanto, sin agua potable porque las bombas no funcionaban, según las autoridades.
López Obrador pidió a la gente que deje de aprovechar la situación para llevarse cosas de las tiendas, algo que se ha extendido en los últimos días.

Prometió que el gobierno proporcionaría lo que la gente necesitara para reparar sus casas y sustituir los electrodomésticos estropeados. Dijo que 1.000 trabajadores del gobierno comenzarían el viernes un censo casa por casa para determinar las necesidades de cada familia.


Unos 10,000 “paquetes” de electrodomésticos -refrigeradores, estufas, colchones- ya habían sido recolectados por el gobierno y estaban listos para ser distribuidos a las familias que los necesitaran.

“Todos serán apoyados, cuenten con nosotros”, dijo el presidente.

A pesar de las esperanzas de ayuda de muchos en Acapulco, la ciudad costera de 1 millón de habitantes, una vez conocida por su glamour junto a la playa, seguía en un estado de caos total a finales del Jueves.

Paredes enteras de rascacielos junto a la playa fueron arrancadas de cuajo. Cientos de miles de hogares seguían sin electricidad. La gente, carente incluso de los recursos más básicos, vaciaba las tiendas de todo tipo de productos, desde alimentos hasta papel higiénico.

Miguel Ángel Fong, presidente de la Asociación Mexicana de Hoteles, declaró a AP que el 80% de los hoteles de la ciudad habían sufrido daños.

El sistema municipal de agua de Acapulco no funcionaba y alrededor de medio millón de hogares se quedaron sin electricidad. López Obrador afirmó que el restablecimiento del suministro eléctrico era una prioridad absoluta, pero el jueves por la noche todavía había 250,000 hogares y empresas sin electricidad.

Cuando la señal de telefonía móvil empezó a volver a algunas partes de la ciudad, los residentes se organizaron con la ayuda de amigos y familiares que vivían en otras partes de México y Estados Unidos. Se unieron por barrios utilizando plataformas de mensajería en línea como WhatsApp. El jueves había unas 1.000 personas en 40 chats, que siguieron creciendo en número a lo largo del día.

Acapulco está al pie de escarpadas montañas. Casas de lujo y tugurios por igual cubren las laderas con vistas al reluciente océano Pacífico. El puerto, que antaño atraía a estrellas de Hollywood por su vida nocturna, su pesca deportiva y sus espectáculos de buceo en acantilados, ha sido víctima en los últimos años de grupos de delincuencia organizada que compiten entre sí y han hundido la ciudad en la violencia, ahuyentando a muchos turistas internacionales.