Los peruanos celebraron con orgullo el jueves la elección del cardenal Robert Prevost, oriundo de Chicago y de nacionalidad peruana, como Papa León XIV, lo que marca un hito histórico al ser el primer pontífice tanto de Estados Unidos como de Perú.
El anuncio fue recibido con júbilo en Lima, donde las campanas de las iglesias repicaron y la gente expresó su esperanza de una visita papal, deseosa de ver a su país representado al más alto nivel de la Iglesia católica. En su primer discurso público desde la Basílica de San Pedro, el Papa León XIV saludó calurosamente a su querida ciudad peruana de Chiclayo, reflejando sus profundas raíces y su conexión con la región.
El viaje de Prevost de Chiclayo al papado ha calado hondo en muchos peruanos, especialmente en la ciudad norteña de Chiclayo, un centro económico vital que se enfrenta a retos sociales. Lugareños como Diana Celis recuerdan su humildad y dedicación, destacando su frecuente recordatorio de que «vino de Chicago a Chiclayo», enfatizando su parentesco con la comunidad.
A pesar de sus responsabilidades globales, Prevost sigue atento a los problemas sociales, habiendo sido obispo de Chiclayo, donde era conocido por su enfoque práctico para ayudar a los necesitados, especialmente durante las lluvias y la pandemia. Sus esfuerzos en la entrega de ayuda, el establecimiento de plantas de oxígeno y el apoyo a las comunidades empobrecidas ponen de relieve su compromiso con la justicia social.
Sin embargo, la ascensión de Prevost al papado también ha suscitado escrutinio, ya que se han planteado dudas sobre su gestión de las denuncias de abusos durante su mandato como obispo.