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CIUDAD DE MÉXICO – Mujeres de toda América Latina visten de morado las calles de sus ciudades este viernes en conmemoración del Día Internacional de la Mujer, en un momento en que los defensores de los derechos de género en la región se enfrentan tanto a avances históricos como a importantes retrocesos.

Tras décadas de activismo y campañas por parte de grupos feministas, el acceso a servicios como el aborto se ha ampliado rápidamente en los últimos años, en marcado contraste con las crecientes restricciones en Estados Unidos. Las mujeres ocupan cada vez más cargos políticos en esta región de 670 millones de habitantes, y México hará historia este año al elegir a su primera mujer presidenta.

Al mismo tiempo, las activistas argentinas, que durante mucho tiempo han liderado los movimientos feministas de la región, se han visto sacudidas por el ascenso del Presidente anarcocapitalista Javier Milei. Desde que asumió el cargo en diciembre, Milei ha cerrado tanto el ministerio de asuntos de la mujer como la agencia nacional contra la discriminación, y el miércoles dijo en un discurso a estudiantes de secundaria que “el aborto es asesinato”.

En toda América Latina, muchos países siguen padeciendo elevados índices de violencia contra las mujeres, incluidas desapariciones y asesinatos de mujeres, conocidos como feminicidios. Sólo en México, una media de 21 mujeres han desaparecido al día en 2024, según cifras del gobierno, lo que supone un aumento del 78% respecto a la media anual de 2023.

Aunque los cambios que se han producido en América Latina en la última década son un “progreso innegable”, protestas como la del viernes han sido lideradas por una nueva generación de mujeres jóvenes que se sienten cansadas de los fuertes contrastes que siguen impregnando sus naciones, históricamente “machistas”, dijo Jennifer Piscopo, profesora de Género y Política en la Royal Hollway Unviersity de Londres.

“Crecen en países donde, sobre el papel, la vida de las mujeres latinoamericanas parece estar bien tratada, pero no es así en la práctica. Por eso están enfadadas”, afirma Piscopo, que lleva décadas estudiando América Latina.