El expresidente de Brasil Jair Bolsonaro ha recibido la orden de llevar un monitor electrónico en el tobillo como parte de los procesos judiciales en curso, que Bolsonaro describió como «una humillación suprema.» La medida se produce después de que la policía registrara su residencia y la sede de su partido en Brasilia, en cumplimiento de una orden del Tribunal Supremo que restringe sus movimientos, incluida la prohibición de salidas nocturnas, el uso de las redes sociales y el contacto con determinadas personas, entre ellas su hijo Eduardo Bolsonaro.

Bolsonaro está siendo juzgado por un presunto intento de incitar a un golpe de Estado para anular los resultados de las elecciones de 2022. Bolsonaro condenó las restricciones, afirmando que nunca tuvo intención de abandonar Brasil ni de involucrar a diplomáticos extranjeros, pero insistió en que las medidas eran innecesarias. El caso ha acaparado la atención internacional, con el expresidente de Estados Unidos Donald Trump condenando el tratamiento de Bolsonaro como injusto y vinculándolo a tensiones políticas más amplias.
La investigación, dirigida por el juez del Tribunal Supremo Alexandre de Moraes, acusa a Bolsonaro y a su hijo de conducta criminal, incluyendo coacción y obstrucción a la justicia. Los registros policiales y las acciones legales han sido descritos por sus partidarios como parte de una campaña más amplia contra figuras conservadoras en Brasil, mientras que Bolsonaro y sus aliados rechazan las acusaciones como políticamente motivadas. Se espera que el juicio continúe hasta finales del verano, a pesar de las tensiones sobre los aranceles estadounidenses y las reacciones internacionales.